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30 octubre, 2004
Querido J:
Cuando he quedado contigo y me recibes con esa sonrisa, da igual que te haya ido mal el día, siempre tienes esa sonrisa conmigo, siempre m das dos besos y un gran abrazo. Me dices al oido que tenías muchas ganas de verme, me agarras por el hombro y nos vamos a andar.
Dices que te encanta hablar conmigo y así consigues hacerme sentir algo. Me siento importante cuando estoy contigo, me haces sonreir.
Me encanta cuadno me llamas y me dices que te apetecía escuchar mi voz. Una llamada tuya casi todos los días me hace llevar un poco mejor el día. Me gusta cuando me mandas un sms de buenas noches.
Cuando estamos juntos y me llaman por teléfono me encanta cómo haces que la conversación no te interesa aunque sepas que esa conversación que estoy manteniendo puede que nos aleje un poquito más, pero te da igual porque me respetas. Me encanta no tener secretos contigo, poder contarte todo.
Me gustan más cosas de ti de las que no me gustan. Me encanta lo que me haces ser cuando estoy contigo. La pena es que, cuando no estamos juntos, nuestras vidas están demasiado separadas, demasiado distintas, y los dos lo sabemos. Por eso durante los 10 min que estamos juntos me encanta engañarnos, me encanta pensar que esa sonrisa es sólo mia aunque sé que en el fondo la comparto con muchas. Pero en ese momento es mia, eso es lo que me importa y yo en ese momento soy sólo tuya. Lo demás qué mas da, no?
Solo queria darte las buenas noches.
l Maktub l
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25 octubre, 2004
- Tienes unos ojos preciosos, y unos labios muy bonitos también. - dijo él mientras dejaba que su novia le metiera mano.
- Eres un cabrón.- pensé yo mientras trataba de recoger todos los trozos de mi corazón que habían quedado esparcidos por el suelo.
l Maktub l
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24 octubre, 2004
Me desperté a eso de las 14 horas. Había dormido en mi cama. Hacía muchos meses ya que no entraba en aquella casa, pero ese día era necesario. No me sentía agusto. Era una extraña en aquella casa, mi casa. Me puse mis zapatillas y salí al pasillo en dirección al cuarto de baño. Por el camino me encontré a mi hermano que hacía ya un rato se había levantado. Él se dirigía a la cocina. Al cruzarnos se paró, me miró de arriba a abajo y dijo riéndose: "Parece que has salido de una jungla" Me miré al espejo que colgaba de la pared y no pude contener una gran carcajada mientras él continuaba su camino. Tenía razón. La noche anterior había llegado tarde (o temprano, según cómo se interprete) y no me molesté ni tan siquiera en quitarme el maquillaje de la cara ni de cepillarme el pelo. Las horas de la noche habían dejado su huella en mi rotro.
Tenía un enorme dolor de cabeza y fui a la cocina en busca de una aspirina. Allí estaba ella, haciéndo la comida. Me dedicó la más grande de sus sonrisas y preguntó si lo había pasado bien anoche. "Claro, fue una fiesta magnífica"- respondí con un tono sarcástico que fue inutil que captara. Mentí, por supuesto. La fiesta no estuvo mal para ser una despedida de soltera de una mujer de 40 años, y no me lo pasé tan mal como creía siendo la fiesta de una mujer que me disgusta tanto. Simplemente no era mi rollo. No entiendo porqué mi presencia allí era obligatoria, tengo entendido que a ese tipo de fiestas van la AMIGAS de la prometida, no sus futuras hijastras. Suerte que también obligaron a ir a su sobrina, una chica de 18 años muy majao, nada que ver con su tía.
Acabada la cena llegó el turno de la Queimada. Tuve que explicarles que no se trataba de ningún rito perteneciente a alguna secta, ni de un embrujo ni nada por el estilo, es simplemente una queimada: quemar orujo. La verdad es que me moria de la risa cuando miraba a sus caras...
Más tarde me llevaron a cenar a un restaurante cerca del Casino. Era un buen restaurante y con una comida exquisita. Tuve que soportar todo tipo de bromas sin gracia de cuarentonas solteras además de las miradas de ¿desprecio? de algunas de ellas hacia mi, o hacia mi ropa. Más tarde decidieron ir a una discoteca, una de esas enormes con tres o cuatro plantas y con una música que ataladra los oidos. Para las 3:30 estaban ya machacadas y decidieron ir a algun bar tranquilo para después irse cada una a su casa.
Una vez se pusieron camino a ese bar, llamé a los colegas que no andaban muy lejos, y me reuní con ellos. La sobrina de la la susodicha se vino conmigo ya que era la primera vez que pisaba Santander en toda su vida.
La noche acabó siendo como otra cualquiera, unos cubatitas, unos bailes, risas, conversaciones, chistes, puestas al día sobre la vida de algunos... y a las 8 de la mañana una llamada de mi querido J.
Resultó ser una noche agradable a pesar de todo.
l Maktub l
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23 octubre, 2004
Sábado 23, una semana exacta para la gran boda. Y digo gran porque en mi casa no se habla de otra cosa. Mi abuela no para de repetirme que me porte bien; mi madre dice que tengo que ser amable con ella porque, al fin y al cabo tendré que convivir con ella durante muchos años; mi hermano me cree celosa (o.O); mi prima me envidia por tener como madrastra? a una persona como ella; mis amigos no comprenden que le de tanta importancia porque, total, casi no paro por allí... y mientras mi padre me amenaza con desentenderse de mi si provoco alguna situación que desestabilice todo de su orden.
Odio a esa mujer, no la quiero en mi vida pero, ¿realmente creen que voy a estropear LA GRAN BODA? ¿Me ven capaz de ponerme a gritar en mitad de la ceremonia mis razones por las que esas dos personas no debieran casarse? ... Vale, quizá si ... pero es su vida, de la cual yo dejé de formar parte desde el día que cumplí la mayoría de edad.
En otro orden de cosas, ell título del post: A Queimada. Hoy celebramos la despedida de soltera de... ella. Tengo que ir, me obligan a ir. Por lo menos me consuela que, al celebrarse en Santander, podré escaquearme y correr al bar de Yuk. Ya que mi presencia es obligatoria, le he pedido a ella que me deje hacer algo "especial" para purificar su alma antes de la boda, una Queimada!!! Y lo curioso es que me ha dicho que si.
He estado buscando en mis viejos libros el Conxuro:
Mouchos, coruxas, sapos e bruxas.
Demos, trasnos e dianhos, espritos das nevoadas veigas.
Corvos, pintigas e meigas, feitizos das mencinheiras.
Pobres canhotas furadas, fogar dos vermes e alimanhas.
Lume das Santas Companhas, mal de ollo, negros meigallos, cheiro dos mortos, tronos e raios.
Oubeo do can, pregon da morte, foucinho do satiro e pe do coello.
Pecadora lingua da mala muller casada cun home vello.
Averno de Satan e Belcebu, lume dos cadavres ardentes, corpos mutilados dos indecentes, peidos dos infernales cus, muxido da mar embravescida.
Barriga inutil da muller solteira, falar dos gatos que andan a xaneira, guedella porra da cabra mal parida.
Con este fol levantarei as chamas deste lume que asemella ao do inferno, e fuxiran as bruxas acabalo das sas escobas, indose bañar na praia das areas gordas.
¡Oide, oide! os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse no agoardente, quedando asi purificadas.
E cando este brebaxe baixe polas nosas gorxas, quedaremos libres dos males da nosa ialma e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada: si e verdade que tendes mais poder que a humana xente, eiqui e agora, facede cos espritos dos amigos que estan fora, participen con nos desta queimada
Y su traducción al castellano:
Buhos, lechuzas, sapos y brujas.
Demonios maléficos y diablos, espíritus de las nevadas vegas.
Cuervos, salamandras y meigas, hechizos de las curanderas.
Podridas cañas agujereadas, hogar de gusanos y de alimañas.
Fuego de las almas en pena, mal de ojo, negros hechizos, olor de los muertos, truenos y rayos.
Ladrido del perro, anuncio de la muerte; hocico del sátiro y pie del conejo.
Pecadora lengua de la mala mujer casada con un hombre viejo.
Infierno de Satán y Belcebú, fuego de los cadáveres en llamas, cuerpos mutilados de los indecentes, pedos de los infernales culos, mugido de la mar embravecida.
Vientre inútil de la mujer soltera, maullar de los gatos en celo, pelo malo y sucio de la cabra mal parida.
Con este cazo levantaré las llamas de este fuego que se asemeja al del infierno, y huirán las brujas a caballo de sus escobas, yéndose a bañar a la playa de las arenas gordas.
¡Oíd, oíd! los rugidos que dan las que no pueden dejar de quemarse en el aguardiente quedando así purificadas.
Y cuando este brebaje baje por nuestras gargantas, quedaremos libres de los males de nuestra alma y de todo embrujamiento.
Fuerzas del aire, tierra, mar y fuego, a vosotros hago esta llamada: si es verdad que tenéis más poder que la humana gente, aquí y ahora, haced que los espíritus de los amigos que están fuera, participen con nosotros de esta queimada.
Asi que... esta noche hay QUEIMADA!!! Jajaja
l Maktub l
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22 octubre, 2004
Hoy una compañera me ha peguntado cómo, teniendo una familia como la que tengo, he podido acabar siendo como soy. Tras varios intentos por saber qué es lo que interpreta ella por "acabar siendo como soy", he llegado a la conclusión de se refería a que soy todo aquello que mi familia aborrece, soy todo aquello que se supone que no debería ser, soy todo aquello de lo que trataron de apartarme siempre.
La verdad es que no he sabido qué contestar porque, por ejemplo, mi hermano y yo somos tan distintos como la noche y el día, a pesar de haber recibido siempre la misma educación, por lo menos hasta que mis padres creyeron que ya era hora de meter mano a mi vida.
Entonces me he puesto a pensar qué marcó el antes y el después, y a lo único que puedo culpar/agradecer, es a Juan.
Apenas hacia un par de meses que había cumplido catorce años. Entonces era 1.998. Descubrí, a traves de mi primo Juan, el mundo Punk, Nina Haguen, Sid Vicious, Billy Idol... Aunque también estaban los Oasis, Smashing Pumpkins, Suede, The Cure, the Smiths... que no eran punks pero molaban.
Comencé a vestirme como aquellos tipos, mezclando el radicalismo Punk con el glamour hortera del glam rock, y el negro del siniestro. Poco a poco me fue tirando más el loock tipo Robert Smith, con ropa negra y pelo escaldado lleno de puntas.
Mi padre no paraba de advertirmelo: "Un dia de estos me voy a cabrear".
Mi madre siempre se repetía: "Uno de estos dias tu padre se va a cabrear".
Como era verano y estábamos de vacaciones en la costa levantina, donde nadie nos conocía, supongo que mi padre simplemente trataba de no cruzarse conmigo cuando me vestía para salir por las noches, cosa que yo agradecía.
Pero el verano azul, con aquel peculiar olor a salistre, se acabó y volvimos a nuestro pueblo.
Allí la cosa cambió.
Mis amigos tenían problemas con mi compañia, debido a que sus padres, que tantas veces me habían invitado a merendar, ahora me consideraban un delincuente. La gente mayor que me veia con aquella pinta no tardaba en calentarles la cabeza a mis padres y, mi padre, que era un empresario de derechas echo a si mismo, no tardó en amenazarme con darme una ostia si seguía vistiendome así.
A mi me entraba por una oreja y me salía por la otra, hasta que una tarde de un viernes, me había puesto una camiseta negra recien comprada a la que yo había recortado exagerádamente las mangas. LLevaba también unas correas claveteadas, un pantalón también negro, muy ajustado, y unas botas militares.
Justo cuando salia, entraba mi padre. Se me quedó mirando fijamente, de arriba abajo, y yo podia ver como la ira aparecía en sus ojos a marchas forzadas.
-Me cago en Dios!!- Dijo gritando. Me agarró del pelo y me arrastró literalmente a mi habitación. Una vez allí me arrojó sobre mi cama y me repartió un par de buenos y sonoros guantazos, uno en cada mejilla. Clavó sus dedos en la tela de mi camiseta y me la arrancó de cuajo. Vi, con los ojos calientes por la humillación como sus manos hacian jirones aquella prenda ahora irreconocible. Y también pude ver, para mi asombro, como él lloraba mientras lo hacía.
Después se fue, dejándome allí con las mejillas rojas, los ojos encharcados, y un fuerte dolor en las raices de mi pelo. Mi madre entró y trató de consolarme, pero le dije que me dejara en paz. Me dejó sola, no sin antes decirme que a mi padre le había dolido aun más que a mí. -JA!- pensé yo.
En todos los años de mi vida mi padre solo me había puesto la mano encima dos veces, y una de ellas había ocurrido en aquel momento. Era un hombre serio, respetable, y se había convertido en la frase favorita de mi madre cuando hacía alguna trastada:"Ya verás cuando venga tu padre".
De modo que nunca había necesitado pegarme. Él decia y yo hacía. Así funcionaban las cosas. Pero esta vez no estaba dispuesta a obedecer. Era mi vida, y nadie, ni siquiera él, podía decirme que hacer con ella. Ya me había hartado de sus frases preferidas: "Cuando seas madre, comerás huevos" y "Mientras vivas bajo mi techo...bla bla bla".
De manera que cogí aquel trozo deshecho de tela negra, que antes había sido camiseta, y me puse a unir cada trozo con un nudo. Cuando terminé tenía en mis manos la prenda más original que podía haber esperado: Una camiseta compuesta básicamente de muchos agujeros y al menos 20 nudos gruesos. Me la puse. Quedaba fatal, pero aun así cojí mis llaves y salí de casa. Caminé por la calle con la mirada fija en el horizonte y la cabeza alta. Sabía que todos se giraban para mirarme, pero me importaba una mierda. Llegué al bar donde mi padre solía estar a aquellas horas. Entré. Estaba lleno de parroquianos que comenzaron a hablar cada vez menos al notar mi presencia. Me acerqué a la barra y pedí un zumo de pera (si, ya.. esque aun no conocía el bourbon). Vi a mi padre en el otro extremo de la barra. Su cara era una sorpresa viva. El camarero me puso el zumo y mi padre comenzó a acercarse a mi. Me lo bebí de un trago y, aunque mi intención era mirarle desafiante como en las peliculas del oeste, resultó que me estaba acojonando, así que miré al suelo y me puse a pensar que en muy pocos segundos la mano de mi padre iba a grabar sus huellas digitales en toda mi cara. En vez de eso, se paró frente a mí, estudiando mi indumentaria. Todos, incluido yo, esparabamos su estallido de furia incontrolada. Y estalló, pero lo hizo en un montón de carcajadas consecutivas que me dieron a pensar que había perdido la cabeza. Pagó mi zumo y rodeandome el hombro con su brazo me dijo:
-Vámonos a casa, hija, que va a empezar el UN DOS TRES-
l Maktub l
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20 octubre, 2004
Me he sentado delante del ordenador dispuesta a contar todo en lo que ha consistido mi día (cosa que rara vez hago cuando escribo aquí), pero en vez de eso me ha venido a la cabeza una pequeña hisoria sobre dos amigos, hará cosa de cinco años...
Estábamos sentados en aquel centro comercial de las afueras de la ciudad, frente a frente, en la mesa de formica de esa zona comercial llena de bocaterias, hamburgueserias, pizzerias, y zumerias... Olía a lo que huelen esos sitios mezclados. Jonne y yo charlábamos emocionados de la película que íbamos a ver, y mientras lo hacíamos compartiamos la misma cerveza. Ya no nos quedaba dinero. A nuestro lado, a un metro escaso, se habían sentado en otra mesa un par de niñas pijas de pelo teñido y moreno de gimnasio, que miraron nuestros atuendos de mercadillo con verdadero despropósito. Hablaban de una fiesta que estaban organizando para cuando acabasen el bachiller ese mismo mes de junio. Al principio, no les prestamos mayor atención, pero enseguida se pusieron a discutir y a levantarse la voz. Una de ellas se levantó y regresó con una enorme pizza cuyo olor inundó nuestras narices, y que provocó en nuestros flacos estómagos un grito de ofuscación y ansiedad. Miramos los menús con carita de pena, y nuestra cerveza cada vez estaba más vacía. De repente, la más rubia de las dos, dejó caer con rabia la porción de pizza que estaba mordiendo y se largó improvisadamente tras decir un-Ahí te quedas, guapa!!
Su compañera, que no salía de su asombro, se limpió la boca tras tomar un sorbo de su lata de Coca Cola y, tras recoger su bolso, se largó en la misma dirección que la otra.
Sobre la mesa, aun caliente, la gran pizza yacía humeante. Jonney yo nos miramos y miramos la comida. Nos reimos del mismo pensamiento, y entre las risas nos cambiamos de mesa sin que nadie se percatara de ello. Apartamos el trozo mordido y abrimos la lata que aun no estaba desvirgada. Comimos con una voracidad despalabrada, risueños por el acto en sí, y cuando acabamos miramos el trozo mordido. Hubo unos segundos de silencio, y tras estallar de nuevo en ruidosas carcajadas, recortamos con los dedos la marca de los dientes, y lo partimos en dos partes como buenos amigos.
PD: le echo de menos :(
l Maktub l
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16 octubre, 2004
Querido R:
Por mucho que me gustes fisicamnte, por mucho que te aprecie y demás, no soy capaz de sentir lo que tanto añoro...¿amor? Puede que sea eso. ¿Por qué no puedo amar? Quizá sea un pez frío como dice Jonne, quizá nunca vuelva a enamorarme porque como él dice soy demasiado racional como para hacerlo y sufrir. Si es asi no puedo jugar contigo, no puedo hacerte daño a ti también. Que no te ame no significa que no te tenga cierto cariño...
No se para qué escribo estas palabras si nunca llegarás a leerlas.Ojalá puediera sentir lo que tu sientes por mi, pero se que eso jamás pasará...
l Maktub l
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14 octubre, 2004
Que todo vuelve a su lugar es claro.
Que todo tiende a mantenerse en la inercia ya lo dice la ciencia. Todo gira siempre en la misma órbita, en eso planetas, satélites, seres vivos y yo no somos diferentes. Ni siquiera en lo más nimio se nos concedió el don de la originalidad. Así que ya basta de resistirse a los impulsos, de negar mi naturaleza, de negociar concesiones sucedáneas, ya basta de creernos capaces de elegir. Seguiremos atrapados en nuestras costumbres, luchando cada día sin éxito por salir de ellas, y cada uno volverá a sus errores, condenados a los mismo, esclavos de un mismo fin. Como siempre vuelve el sol a hacer su recorrido, los pájaros a sus migraciones, la gente a sus creencias, tú a la indiferencia, yo, al olvido...
l Maktub l
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12 octubre, 2004
Él: ¿Aún sigues pensando que esto no lleva a ninguna parte?
Yo: No me lo he vuelto a plantear.
Él: ¿ Y si lo intentamos? Llevamos casi dos meses asi, podría funcionar.
Yo: No veo que desemboque en nada.
Él: No lo ves porque no lo quieres ver. Si pusieras algo de tu parte, las cosas cambiarían, a mejor.
Yo: ¿A mejor? Entre nosotros no hay nada mejor que esto.
Él: .........
Yo: Para mi nada ha cambiado desde el primer día. Yo no puedo quererte. Ya lo sabes, siempre lo has sabido. No me pidas más de lo que te doy, no te corresponde.
Él: Entonces no quiero nada de ti.
La verdad es que no estoy segura de nada, sólo sé que por el momento no quiero tener novio, no tener a nadie pendiente, no tener que rendir cuentas a nadie.. La libertad, creo. O algo así.Sé que quien más triste está es él, pero yo también me siento desmoronar: le he herido, y eso es lo último que pretendía hacer en esta vida, porque es una de las mejores personas que se han cruzado en mi camino.
l Maktub l
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08 octubre, 2004
Sé que no tengo nada que ver con Raúl. Que no nos parecemos en nada. Que él es muy inocente y que yo soy muy escéptica. Que él es un buenazo y que yo tengo un genio de mil diablos. Que él es medio bakala y que yo soy medio heavy. Que él trata de ir a la moda y que yo trato de diferenciarme. Que él sólo lee el marca y que yo devoro los libros. Que yo aprecio el buen cine y él es fan de...Torrente. Que yo no me separo de mis canciones y que tengo gustos estancados, y que él hace un CD distinto para su coche cada semana. Que a él no le gustan mis amigos y yo no puedo vivir sin ellos. Sé que no puede entender mis puntos de vista. Que cuando toco algún tema de los que me interesan no lo entiende. Que a veces me mira como si estuviera loca. Que no es mi media naranja, que nunca nunca podra entender mi forma de ser y sentir.Y sólo cabe una pregunta en mi cabeza: ¿por qué sigo con él? No consigo encontrar respuesta alguna. No sé porqué dejé que todo esto empezara. No sé porqué le seguí el juego. No sé porqué he dejado que me lo diga y no sé porqué no puedo evitar dañarle. No sé porqué siempre llego tarde, cuando sólo lo peor queda por venir.
l Maktub l
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06 octubre, 2004
El día que sólo queden dos ballenas vivas en el mar, las pocas cosas buenas que queden en el mundo tal vez quepan en una caja de galletas.
Los humanos vivirán mirandose entre ellos y de espaldas a todo, hipercomunicados a través de dispositivos que les permitirán tener siempre puesto el cartel de "no disponible" ante la gente , para poder seguir su serial favorito sin ser molestados.
Y tal vez el progreso permita incluso al más pobre y desfavorecido ciudadano tener tiempo para buscar la felicidad a través de la teletienda. Y acumular el dinero suficiente como para desear algo que vale el doble. Y quedarse a medias. Y seguir deseando.
Quizás las dos últimas ballenas sean recogidas por una nave espacial pilotada por seres con otras prioridades, provinientes de otro mundo.
Y en su último momento en éste, puede ser que se giren para despedirse del paisaje y se digan "buen sitio, mala gente".
Y la máquina para entender a las ballenas llevará décadas inventada, pero estará cogiendo polvo en algún museo. Y algún niño en visita escolar escuchará estas palabras saliendo del viejo altavoz.
Y no podrá estar de acuerdo con ellas, porque a él no le gustan los museos, ni las cosas viejas. Ni las cosas vivas.
l Maktub l
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04 octubre, 2004
Bueno el sindrome post-vacacional no esta, nunca lo he tenido pero días atras hizo aparición en mí, pero bueno he empezado a pensar en lo que viene hasta fin de año y se ha esfumado como el humo de un cigarro.
Los que todavían no han vuelto al trabajo o a las clases, ven pasar como segundos las horas antes de irse a dormir y empezar de nuevo otra vez. A mi ya me da absolutamente igual, hasta me apetece volver a ver a mis compañeras de clase(no te lo creas Ana). Hoy he decidido no salir de casa en todo el día y me he quedado viendo fotos y poniendo al día todo, me han empezado a venir recuerdos no tan lejanos de aquellos reencuentros de septiembre con todo el mundo que volvía de vacaciones, con ese olor tan mágico de los libros nuevos y esas ansias por intentar forrarlos como es debido (nunca lo conseguía, para eso esta mi madre) las ganas locas de saber qué profesora nueva te iba a tocar en el colegio y el reencuentro con tus amigos de clase, la redacción de primer día de clase de lengua comentando lo que había pasado en tu verano, nuevas sensaciones, todo nuevo, que alegría que alboroto otro perrito piloto!! Esto empezó a perder su magia cuando empecé 3º de ESO, no se porqué pero en el en aquella época sólo me gustaban las primaveras, esas pirolas en el parque eran buenisimas, uf que gozada :P Ahora, en la universidad, nada de la vuelta a las clases me agrada. Quizá el volver a ver a los compañeros, pero los que me importan los veo siempre que quiero.
Solo me entra el agobio por volver a ver la ciudad llena de coches y de gente pero ya empieza a oscurecer antes y espero con ansía que se haga de noche a las 18:30, que gustazo esas noches eternas uf me encantan, aunque volveran los findes relampago, en los cuales cuando te pones a pensar llegas al tan querido a veces y odiado tantas veces domingo por la tarde y vuelta a empezar, pero bueno creo que estoy curado de espanto, ¿ habrá sido este verano tan mágico ?
Me saltaré la parte de los reencuentros, otro día puede que hable de ellos. Me voy directamente a las coñas del primer día, esas que te consienten el primero y no más.
Los profesores... qué decir... ¿No hay profesores normales? Tienen que ser anorexicas sin voz, pirados con micrófono soltando chistes malos, embarazadas, ... Y no es que tenga nada contra los pirados y las embarazadas, pero es que nos tocan siempre xD
Me explico: Anorexica sin voz: A falta de una, dos (creo). Era como estar escuchando la tele sin volumen, ves moverse los labios pero no emiten ningún sonido. Les recomiendo experimentar la agradable sensación de usar el micrófono, que para algo están. Pirado (a secas): "En los exámenes se suelen preguntar sobre diseños completos, el año pasado fue un mercado en competencia perfecta, con precios de equilibrio a dos únicos bienes....[blablablabla]. Pero... ¡No os asustéis!". ¡Si no me asusto! A mi un tío que habla de la economía como si la hubiera parido él, no me crea ningún trauma. Además, ya estoy acostumbrado a los intentos de acojone del primer día. En primero te lo tragas, en segundo no. Hiperactiva (alias Yola): ¿Cómo se puede hablar tan rápido sin que nadie te escuche durante una hora? Véngase a dar estadístiva con nosotros, se lo demostraré. Una pizarra (de esas laaaaaaaaargas) llena de jeroglíficos que ni ella entiende. ¿Más intento de acojone? Fijo, han soltado el mismo teorema que el año pasado en cálculo. ¡Qué ya no cuela! Embarazada (creo que ésta era anoréxica y embarazada): Imaginate que estás embarazada. Da igual que seas tío. Sabes que tus alumnos tienen ojos. Y quieres ganarte su respecto. ¿Tu les dirías: "Estoy embarazada. Pero no os preocupéis [blablabla-contenido-sin-importancia-sobre-que-no-perdera-clases]"?. ¿Alguien me dice cuál fue el primer comentario que le siguió? "¡No os preocupéis! ¡Sabemos quién es el padre!". A todo esto, me dieron la mano y la enhorabuena... no se cuándo aprenderé a tener la boca cerrada. Al margen de esto... ¿qué he aprendido? Creo que más bien... nada. Sólo hemos llegado a la conclusión en la clase de estadística de: "Me acabo de dar cuenta que en la cafeta no ponen tapas". Bien, después de un año visitándola a diario es bueno darse cuenta que no nos ponen ninguna sustancia sólida que pueda quitar el hambre y evitar que nos dejemos las pelas en el comedor. En fin, un día poco productivo. Excepto para mi mandíbula, que ha trabajado bastante más que en la última semana.
l Maktub l
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01 octubre, 2004
En aquella época yo tenía un carácter obstinado, lo que me llevaba de vez en cuando a una conducta un tanto incorrecta, socialmente hablando, y a pesar del esfuerzo de mis padres, mis tutores y los psicólogos de turno, no había forma de hacerme cambiar. Algunos hechos(que quizá algún día me sienta con fuerzas para contar) que acontecieron en consecuencia al poco tiempo, me llevaron a pasar un año en un internado donde decían eran expertos en enderezar a chicos/as con problemas de conducta. Recuerdo que fueron tiempos duros, que yo era la pequeña de la clase y que muy a pesar de las "sabias" decisiones de las autoridades del centro, algunas de las cosas más duras de la vida, esas de las que me trataban de apartar, las descubrí allí.
Hoy recuerdo a la perfección el primer día de clase en aquel internado, ese día en el que no había vuelto a pensar desde que acabó el único curso que llegué a realizar allí; día que creía tener completamente olvidado.
Las clases eran mixtas, es decir, chicos y chicas en una misma aula. La verdad, hubiera preferido que no fuesen así ya que por aquel entonces había algo en mi, en mi cabeza, que me impedía fiarme del sexo masculino y ello hacía mucho más difícil el poder relacionarme con éste. Por suerte, o no, eso ha cambiado.
En mi primer día mi madre me dejó en la entrada del colegio, con las maletas y una mochila verde (que aun conservo) con los libros que iba a necesitar ese curso. Después de deshacer el equipaje y mostrarme el internado, una profesora me acompañó hasta mi aula. Era una clase pequeña(apenas entraban 20 pupitres) con unos enormes ventanales cubiertos por cortinas blancas manchadas de gruesas rayas de tinta, como si alguien las hubiese pintado a propósito. La clase estaba llena, sólo había un pupitre vacío, reservado para mi, delante de él, de Gabriel.
Me dirigía hacia aquel pupitre. Miraba al suelo, cabizbaja, quizá era vergüenza por sentirme una de los 'niños malos'. Cuando llegué al pupitre alcé la cabeza y la mirada, buscando el hueco para sentarme en la silla, y ahí estaba él, mirándome fijamente, con esos ojos grises que recordaban a un día de invierno. Una mirada triste pero intensa, acompañada por una pícara sonrisa que me desconcertaba, pues no llegaba a entender si sus intención era amigable o no. Me paré durante un segundo, aunque fue suficiente para darme cuenta de que él no me miraba con el desprecio que lo hacían los demás. Ni siquiera ahora sabría decir qué le podía pasar en aquel momento por la cabeza. No sabía qué significado tenía aquella forma de mirar, sólo sabía que me agradaba, me gustaba como me miraba. Ese fue mi primer contacto con Gabriel. Y me senté en mi lugar, delante de él.
Los primeros días tendía a aparterme, espantada de todos, sabiendo en el fondo lo que pretendían. Sonreía amablemente, caía bien y me dejaba querer. Pero nada más. Y las reinas del curso me dieron la espalda, dándome por imposible. Entonces y sólo entonces, él comenzó a acercarse a esa chica a la que tanto parecía molestar la soledad.
Así, poco a poco y con cautos avances por mi parte, llegué a considerar que Gabriel era la única persona del colegio (y tal vez del mundo) que realmente merecía la pena, y nos hicimos inseparables. Era el mástil principal de mi vida en aquel colegio, mi punto de apoyo, mi consejero, mi guia.... y aquello me alegraba, encontrar alguien así en un lugar como aquel, lleno de locos egocéntricos. Pero lo que me alegraba aun más, es que aquel sentimiento era mutuo, correspondido. A él al principio le asustaban mis ironías, la mordacidad con la que trataba al resto, el desprecio que destilaba hacia ellos. Luego comprendió que yo jamás usaría ese tono con él, y le hice reir.
LLegaron las navidades y cada uno volvió a su casa para pasar estas "entrañables" fechas con sus respectivas familias. A la vuelta encontré en la puerta de mi habitación un sobre en blanco, tan solo en el centro se podía leer un nombre: el mio. Aún conservo esa carta en alguna carpeta de mi habitación, esa carta en la que, después de tres meses, decidía declarar sus sentimientos hacia mi... y cuál fue su sorpresa al ver que cada día me mostraba más receptiva hacia esos sentimientos, hasta que fueron totalmente correspondidos.
Pasaron los meses, unos de los más felices de mi vida. Era la forma perfecta de evadirme de todos los problemas familiares que por aquel entonces se sucedían en mi casa. La forma perfecta de olvidarme del mundo, agarrada de su mano, com mi cabeza sobre su hombro, mirando las estrellas y soñando que algún día escaparíamos de aquel internado y viviriamos una vida, juntos.... Sueños de adolescentes.
Allí conocí y probé todo de lo que me pretendieron apartar, junto a él, mi mala influencia particular.
Acabó el curso y mis padres decidieron que al año siguente no volvería a ese lugar, pues los resultados obtenidos no fueron los deseados. Prefirieron que volviera a mi antiguo colegio, con mis compañeros de siempre. Cuando me dieron la noticia, me moría de rabia: siempre me quitaban lo que más amaba en el momento en el que más feliz era. Hoy, no se si hicieron bien o no, pero por lo menos puedo estarles agradecida por haberme devuelto a mis amigos, aunque aquello supuso un adios para siempre a Gabriel.
Durante el verano pude recuperar la complicidad de antes con mis amigos, pero Gabriel todavía seguía presente en mi cabeza, y en mi vida. No podía tenerle siempre que quisiera ya que, a parte de la distancia que separaba su casa de la mia, también estaba la postura se mis padres, totalmente contrarios a aquella relación. Nos veímos uno o dos días a la semana. Aquello me sabía a poco, pero era suficiente para demostrarme que me quería, y yo a él. Era una noche de finales de agosto. Había quedado con él donde siempre solíamos quedar, junto a aquella hermosa fuente seca. Llevaba 45 minutos esperándole, y no aparecía, de echo, aquella noche no aparecío. Volví a casa con ojos vidriosos, a punto de derrumbarme en cada esquina que atravesaba buscando mi cama, mi almohada, aquella carta.... para leerla una y otra vez y volver a creer que aún me quería. Al día siguiente me enteré de lo ocurrido. Resultó que los rumores eran ciertos: la gente de aquel centro no eran buena compañía.
Un año, doce meses, ni uno más ni uno menos. Eso fue todo lo que duró nuestra amistad.
Y todo acabó con una conversación que recuerdo así: Déjame sola, déjame en paz. Dejamedejamedejame. Estoy bien, no te necesito. No te quiero, no puedo quererte. Nadie puede querer a alguien que por dentro está muerto. ¿Yo te hago revivir, yo te doy la fuerza vital, yo hago que brillen tus ojos? Sólo son residuos de una estrella muerta. Muertamuertamuerta. Yo no debería estar aquí. ¿Me amas, dices? ¿Y cuanto me amas? ¿Me amas tanto como para cambiar por mí, como para dejar de ser lo que eres? ¿Y quien te dice que tras ello yo seguiría amándote? No voy a permitir que cambies por mí. Y yo no puedo amarte siendo tu así. Deja de mirarme, deja de quererme, deja de necesitarme. El dolor se cuela en cada bocanada de aire. Sé que tengo la lengua de trapo, sé que estoy borracha. Pero también sé lo que me digo, arcángel. ¿Te duelo? ¿Te duelo, no te dejo dormir, me cuelo en tus sueños? Duélete con tu dolor, penetra en la herida a través de tu agonía y renacerás en la luz. No soy cruel como pretendes. Yo nunca he sido Tánger, ¿recuerdas cuando nos comparabas? No, yo siempre he deseado ser así, pero nunca podré serlo. Porque, a pesar de todos y a pesar de ti, no soy tan cruel como debería o como desearía ser. Déjame sola, Gabriel. No te necesitaré esta noche.
... y ya no volví a sentir aquella mirada de ojos grises ni esa sonrisa pícara.
l Maktub l